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viernes, 24 de octubre de 2008


Imaginad que todo el mundo se detuviera de repente, en un instante determinado. Si esto sucediera y, a pesar de ello, continuara en lo hombres el pensamiento, y pudieran recordar y juzgar lo que hicieron y lo que estaban haciendo, y pudieran considerar todo lo que han realizado desde su nacimiento y volver a pensar en lo que querían realizar antes de la muerte, ¡imaginaos cuánta desesperación ardería bajo el tétrico silencio en este mundo detenido de improviso!

Giovanni Papini, el espejo que huye

1 comentarios:

Fernando García Pañeda dijo...

Es una frase maravillosa, Andrés. De las mejores, que he leído últimamente.
Un abrazo.